lunes, 23 de enero de 2012

A.

Hacía más de un año que no veía esos ojos,
más bien hacía más de un año que no sentía esa mirada.
Hacía mucho tiempo que no me sentía tan protegida,
y a la vez hacía mucho tiempo que no me sentía tan vulnerable.
Abrí la puerta, y simplemente allí esta Él,
el amor de mi vida, el que siempre supe que era,
pero que disfracé de mentiras para intentar olvidarme de la verdad.
Necesitaba abrazarle, besarle...
Pero los dos estábamos demasiado nerviosos.
El te quiero salió primero de su boca, pero prosiguió con una avalancha de ellos que me hicieron trizas...
Y que a la vez me hicieron volver a vivir de nuevo,
volver a creer,
darme cuenta de que nunca dejé de amar.
Las cosas son sencillas, pero yo siempre tengo que hacerlas complicadas.
No puedo ver sus labios sin desear besarlos...
Y esos besos de domingo gris,
bajo edificios grises, y siendo grises ambos,
puede que me aproximasen más al negro,
a aceptar la verdad,
a aceptar que lo amo más que a nada.
Simplemente soy estúpida, y una mujer demasiado desequilibrada.
Tengo lo que quiero al alcance de mi mano,
pero me cuesta demasiado estirar el brazo.
Creo que por primera vez tengo miedo...
tengo demasiado miedo mi amor...

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