lunes, 11 de julio de 2011

Él

La sensibilidad del sentir, lo bonito de lo intangible.
Los cielos de verano.
Transformaciones en algo efímero que no somos capaces de captar.
El calor del abrazo humano.
El calor del querer.
Me gusta cerrar los ojos, y pensar en lo perfecto que puede llegar a ser todo.
Me gusta llorar de felicidad.
Dime querido, qué piensas cuando remas en tus pensamientos?
Es a caso ese mar más grande que cualquier otro?
No hay nada más bonito que sumergirse en sí mismo.
No hay nada más preciado que el sumergirte en otro.
No hay nada mejor que el hecho de que otra persona te permita el acceso a su mundo.
Un acceso que muy pocos tienen, una llave que pocos poseen.
Una complicidad demasiado explícita y a la vez demasiado intrigante.
Porque solo ellos dos saben que existe.
Porque se halla en lo más profundo del corazón.
Ya no me importa lo que me pase, ya no tengo miedo a nada, pues se que al contemplar tu mirada la calma regresará a mi.
Yo iré vestida solo con mi alma,
tú jugarás a mirar al sol,
y ese paraíso oculto en la tristeza desaparecerá para siempre.
No habrá más camas extrañas,
sólo necesito abrigarme con tu olor,
y perderme en el tacto de tus manos.
Sólo necesito que la magia de tu ser me inunde por completo.
Sólo te necesito a ti.
No necesito razones para acariciarte.
Y pase lo que pase, el horizonte para mi siempre será tu boca.
No tengo un universo que ofrecerte,
pero sí tengo un camino hacia la luna creado por mis ilusiones.
Y sé que para ti, eso es más que suficiente.