jueves, 29 de septiembre de 2011

Reflexiones.

Cuanta información nos habremos perdido, cuantas almas no serán, las que han muerto sin dejar herencia.
No una herencia física, obviamente, si no una herencia intelectual, una herencia mística.
Cuantas almas vagarán por el inframundo lamentándose de no haber podido compartir sus vivencias antes de dejarnos.
Cuantos son aquellos, que habiendo experimentado los más altos logros, su valía nunca se sabrá.
Cuantas mentes, cuantas.
Desearía poder hablar con ellas, recopilarlo todo, poder hacer que por fin descansen en paz sabiendo que alguien les comprenden.
Darles un apoyo, su minuto de gloria, un ápice de esperanza.
Pero después de todo... cómo podríamos abrazar un alma?

miércoles, 21 de septiembre de 2011

De vuelta aquí.

Una vez más estoy aquí.
Estoy en lo que supuestamente es mi casa, pero solo mi templo lo es.
Sólo cuando llego a él me siendo libre, ajena a todo.
Tengo un lugar sí, un refugio, pero este refugio está en el sitio equivocado.
No tengo la calma que necesito en ningún lado.
Y la necesito más que a mi propia vida.
El otoño nunca llega, parece que vivimos anclados en este verano sin fin, del cual deseo despegar.
Necesito ya mi adorado invierno, la estación que siempre me consuela.
Soy una inconformista, pero a la vez no hago nada porque nada cambie.
Sospecho que en el fondo me gusta todo como está.
No.
No me gusta en absoluto.
Adoro los cambios, pero no me veo capacitada para afrontar este.
Jodido parásito.
Veo esa luz pero no quiero tocarla.
Me siento demasiado débil e imbécil como para hacerlo.
Despierta.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Poor

Pobre hombre, piensa la gente.
Pobre hombre piensan, mientras, ignorantes de ellos, observan a ese largo y delgaducho personaje, cargando con su guitarra por el medio de la ciudad.
Su mirada está perdida, el horizonte no llega a alcanzarla.
Su pelo cae sobre sus hombros, sobre su enigmática cara, demasiado perfecta y débil como para que cualquier mediocre tenga el privilegio de observarla entera.
Camina despacio pero sin detenerse.
Sigue un perfecto compás con los pasos, es perfecto, idealista, sublime.
Vive para él, y simplemente busca una mujer que le acompañe en su camino.
Esa será la mujer más afortunada de todas, pero cuando esto pasó ella no lo sabía.
Sigue caminando querido, sigue extendiendo tus pasos al resto del mundo.
Sigue ocultándote, pues eso te hace único.
Está compuesto de música, eso lo sé yo.
Sigue caminando querido, no te detengas.
Muchos piensan y pensarán que es el camino fácil,
mas simplemente el hacer lo que crees correcto en todo momento es una de las más difíciles decisiones.
Pero eso solo lo sabemos tú y yo.

Pour quoi?

Sigo aquí, a pesar de todo sigo aquí.
Sigo siendo igual de mala persona, será mi naturaleza, pienso.
Soy como un animal guiándose por sus instintos.
No me gusta escribirle al día, y mientras estoy aquí sola, en esta habitación extraña, veo que el sol que tanto odio intenta acercarse a mí en su máximo explendor y en su magnificencia todopoderosa.
Abusa de su poder colándose por las rendijas de las persianas, a través de las cortinas, hasta llegar a tocar mi cara, con esas uñas de metal que tiene.
Belleza, que concepto tan relativo.
Un precioso ángel pálido, tan delgado que notas su debilidad, sin alas, sin vida, tendido en la cama sin más manta que su propia sangre.
La música taladrando mis oídos.
Llegado el momento me bloqueo, me abstraigo unos segundos y es como si todo perdiese su sentido.
No se que cojones me pasa, pero necesito hacer algo ya.
Otra vez volviendo a la reivindicación, que pesadilla de persona.
Solo espero morir pronto, de la manera más dolorosa posible y sola.
Necesito que sea la muerte la que me haga pagar por mis errores.
Y necesito tener tan sólo su compañía cuando llegue ese momento.
Saborear cada sensación hasta que ya no quede nada.
Hasta ser simplemente ese ángel frágil tendido en algún lugar.
En algún lugar en el que nadie lo encontrará jamás.
En algún lugar en el que nadie le echará nunca de menos.

This is the end

The Doors, esa gran inspiración a través del tiempo.
Jim Morrison, ese hombre, ese ídolo, ese mito.
Los más grandes siempre mueren pronto, muchas veces porque quieren.
Sobredosis, sida, alcohol...
40 años de su muerte ya, pero sigue en nuestra mente, en nuestros corazones.
Ese compositor, ese adicto a las drogas, ese hombre que estuvo en la cárcel.
Ese genio.
No había nacido cuando él ya había muerto, sin embargo, a través de su música se como sentía, lo que pensaba.
Me lo transmite todo.
Eso sí que es música, y no la mierda que hacen ahora.
Una música que te llena aunque desconozcas sus letras.
Tan solo su voz es el factor relevante.

"This is the end, beautiful friend...
this is the end, my only friend, the end..."


lunes, 12 de septiembre de 2011

Mierdas

Es curioso, que a pesar de mis cualidades (que se que las tengo),
a pesar de esa falsa seguridad que proyecto,
a pesar de todo siga siendo incapaz de hacer nada.
El tiempo me pasa lento,
solo escucho el tic del reloj, pero al llegar al tac ya es demasiado tarde.
Los meses pasan y yo sigo aquí.
Sigo aquí porque quiero, sin ánimos ni esperanzas.
Sigo aquí sin metas, limitándome a "vivir" si así se le puede llamar a mi vida.
Sin querer responsabilidades, pero elaborando juicios de los que las tienen.
Un parásito social, eso soy en estos momentos.
Eso he sido toda mi puta vida.
Despierta y espabila de una puta vez joder.
Tengo que despertar de esta pesadilla y levantar mi puto sueño.
Tengo que volver a ser yo.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Quejas.

Odio la tecnología.
Tengo todo tipo de ella eso es cierto.
Tengo portátil, soy adicta a internet, consumo apple, y demás mingurrias por el estilo.
Pero esta nueva forma de vida ha lapidado tantas cosas que adoraba...
Apenas leo, porque no tengo tiempo.
Ya no escribo cartas, ni tampoco las recibo.
No escribo mis cosas en papel, y queramos o no, no es lo mismo leerlo con la frialdad de un ordenador y la letra prediseñada, que en una hoja con la ortografía que en esos momentos te obligan tus sentimientos.
Será cuestión de adaptarse sí.
Pero echo tanto de menos aquellos tiempos...
Volvamos a los 70 por favor.
Mataría por poder haberlos vivido.
Si las personas nos viésemos sin todo esto de repente,
¿volveríamos a ser como antes o nos estancaríamos en un presente sin futuro?
Esa gran pregunta sin respuesta...

Consumida.

La seguridad mengua y la inquietud está a flor de piel.
No somos muñecos, pero sí lo parecemos.
Incluso a veces actuamos como tal.
Mi confianza en la gente cada vez es menor, aunque no sea ese mi deseo.
Los puñales vuelan, y esto amigos, empieza a semejarse al puto lejano Oeste.
Intento mantener la calma en mi mundo, pero no resulta lo que quiero.
Minucias que ahora me estresan, en otra época me encantaron,
mas no sé, no sé si soy yo la culpable.
He cambiado lo sé, no existe ni la sombra de lo que era,
mi interior ha cambiado y yo he cambiado.
Me tomo la ley por mi mano, joder,
me he disfrazado de Némesis y eso ya no creo que pueda cambiarlo.
El disfraz de ha pegado a mi piel, y mientras agito esa espada con la mano derecha,
la balanza de la izquierda queda sumida en el más profundo de los olvidos.
Eso es justicia de tiranos.
Eso soy yo.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Última llamada de socorro.


Bajo la tenue luz, de aquella lámpara ya gastada,
ojeaba taciturna la energía que aún se veía capaz de producir.
Cuántos años has vivido querida?
Cuántas batallas has librado?
Sus grabados estaban ya afectados por el paso del tiempo.
Sus arrugas estaban expuestas en aquel tosco bronce.
Era un mendigo ofreciéndote su mano para que poses lo poco que quieras darle.
Eran los ojos de aquel hombre que lo miró con despecho, a pesar de llevar más de lo necesario.
Era un enorme cuenco de recuerdos.
Y allí, bajo esa luz suave, se sintió feliz.
Notó la calma que echaba de menos.
Los objetos inmateriales no son tan inútiles como creemos.
Si encontramos el adecuado, a veces, podemos dejarle hablar.
Podemos llenarnos de sus pasiones y vivencias.
Podemos dejar que al fin, la mente descanse.
Eclipsada por una luz mayor de lo que en un principio pareciese.

Caricaturas Fotografiadas.

Piensa por un momento en una gran patata deforme.
Una patata con sus curvas mal hechas, y sus surcos para nada uniforme.
La tenéis?
Bien.
A esa patata le añadiremos una sandía,
pero no una sandía cualquiera.
Una buena sandía.
Una sandía tan grande que hará que la patata se vea un pelín diminuta,
pero no tan diminuta como para hacer perder su grandeza claro está.
Y ahora... mmm, pensemos en una zanahoria gigante.
En dos, preferiblemente.
Dos zanahorias putrefactas, que adquieran a la perfección, esa forma que tienen sus brazos celulíticos.
Dos zanahorias que estén en las últimas, incluso que huelan mal, para poder representar el hedor de sus axilas mugrientas.
La imagen comienza a proyectarse en vuestros cerebros, si no es así, consulta de neurología, gracias.
Y a todo esto vamos a añadir, para poder completar la estructura, dos palos.
Sí, dos palos, lo suficientemente finos como para que desentonen un poco en este personaje.
Tampoco quiero palos secos, vamos a entendernos, pero si que sean ligeramente más finos para que llamen un poco la atención.
Ahora viene lo más complicado, viene lo peor.
Pintemos todo eso con una base beige, color carne para los que no entiendan de tonalidades.
Añadámosle unos espaguetis pasados de fecha a modo de pelo.
Después dos caracoles asquerosos para los ojos, y una patata pequeña para la nariz, deforme también, por supuesto.
Y para la boca, prefiero no ponérsela, así al menos en mi caricatura, tendrá ese puto buzón cerrado.
La vestiré con telas apretadas, para que sea más grotesca aun.
Y unos zapatos que le queden pequeños para resaltar lo gordos y asquerosos que son sus tobillos.
Así es la señora X en mi mente.
Un puñetero bulto rezumante de pus, que no hace otra cosa que incordiarme.
La verdad, mientras pienso en ella ahora sonrío, no odio.
Es la ventaja de ser cruel y disfrutar siéndolo.

Aliento de muerte.

Chillo,
me harto de gritar, pero cada vez es más evidente que los oídos sordos me rodean.
Pido auxilio, con un hilo de voz tan flojo,
que hasta el mismísimo diablo debería tenderme una mano amiga.
Injusticia, delirios de grandeza que no son sofocados por ninguna autoridad.
La autoridad ha muerto, y ese tirano ha subido al poder que nunca debería haber tenido.
Pero ya nada importa,
grito más, hasta que mi tímpano se resiente,
y bajo apariencia humana me habla para pedirme que me calle.
Pero no puedo.
No puedo hacerlo.
De momento no.
Soy de naturaleza egoísta, mis gritos no son en son de una justicia.
Son en son de mi justicia.
Llegados a este momento, hasta el oír su voz me molesta.
Me desagrada tanto que si abriese la puerta cerraría su boca a patadas.
Pero por desgracia, o por gracia, eso no es posible.
Así que seguiré gritando, hasta que algún alma de este mundo se preocupe de escucharme.
Hasta el día en que alguien consiga callarme con razonamientos justos.
Hasta el día en el que mi aliento muera.

Limpieza física y mental.

Es curioso, que cuanto más mayores somos más nos aferremos a los recuerdos del pasado.
Hoy, y sin ninguna razón me he puesto a limpiar el cuarto en el que solía jugar cuando era pequeña.
Desde entonces no había hecho nada con él, las paredes siguen pintadas con las tonterías que se me ocurrían, y los juguetes seguían tirados por ahí, ya que es una habitación que no utilizamos para nada.
He cogido una escoba, trapos, abrillantador, y unas cuantas cajas, dispuesta a empacar todo, y devolverle la decencia a esa habitación ya olvidada.
Sin embargo, en esas cajas, casi no hay cosas para tirar.
Los recuerdos me han invadido, y sin darme cuenta, me he limitado a recogerlo todo, metiéndolo en los armarios o escondiéndolo debajo de la mesa para que mi madre no lo encuentre.
He jugado con la Polly Pocket, le he cambiado el vestido y le he peinado esa melena rubia que tiene.
He abrazado los peluches, y los he colocado suavemente sobre el sofá.
Hay tantos que es imposible sentarse.
Me he dado cuenta de que cada juguete es un recuerdo, cada uno de ellos es una parte de mi vida, y tiene un hueco en mi corazón.
Ni siquiera he tenido el valor de tirar mi álbum de Operación Triunfo, de cuando tenía 9 años, porque al verlo me he acordado de cuantas lágrimas solté para llegar a conseguir que me comprasen más sobres de fotos.
Por eso la pregunta que me hago es la siguiente...
Nos empeñamos en crecer, pero llegados a una edad, ¿Nos estamos estancando en recuerdos del pasado? ¿Tenemos miedo de vernos solos en el futuro?
Realmente tengo mucho miedo, tengo miedo a que, al empezar mi vida de adulta, olvide lo que se siente siendo un niño.
Tengo miedo a olvidar la sensación de ser plenamente feliz.